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lunes, 6 de febrero de 2012

Guardianes de FE

Capitulo 5

“¡Vamos a Amarie!”

La neblina que se apodero de la mañana no tenía las ganas ni motivos para moverse del lugar, estaba tan espesa que las luces de los autos no eran bien visto hasta que estaba a unos metros. Lo que hizo preferir a Demian no conducir su motocicleta hoy.

Entre la espesa neblina el prefirió caminar por las calles que no se atrevía ha pasar, pero no le importaba, iba a morir de una o otra forma. Atropellado, caer ala orilla del río que debía pasar por el estrecho puente peatonal o asaltado. No le importaba.

El dolor de ver a su mejor amigo de la infancia correr para escapar de él fue lo peor que pudo sentir, ni siquiera aquella vez en le había dicho a la cara que le odiaba por “intentar” (cosa que nunca sucedió) quitarle a su esposa.

Estupido Arturo, siempre intentando vivir todo en un solo día, que por culpa de elegir a cualquier mujer para sentir que era casarse y estar enamorado. Callo tanto en eso que mato lo poco que les unía a ambos.

Pero de alguna forma sintió que debía ser así, el corrió y al no soportar la tentación de seguirlo, por aquellos recuerdos prefirió irse por el lado contrario y dejar las cosas como estaban.

“Como estaban”. O como habían quedado alguna vez, inconclusa. No. El había matado ya todo y el no pudo hacer nada contra ello.

EL frío le golpeo de lleno en la cara y decidió envolverse más en su abrigo y su suéter de cuello alto.

Debía cumplir con la escuela o lo Despedirían y jamás terminaría de ser titulado.

Pero temía tener que encontrarse con esas chicas, en especial esa Jeiz, según Falie ella debía explicarle otras cosas y el echo de tenerla cerca le hacia dudar enormemente.

-Maldita- susurro para si mismo, mientras una nubecita de calor se escapaba de entre sus labios.

-¿A quien maldices?, maldita tu madre- exclamo una voz entre la niebla.

Demian se detuvo en seco y miro a su alrededor.

El sol aun no mostraba señales y un solitario farol de calle alumbraba a duras penas sobre la cabeza de Demian.

-¿Falie?- pregunto a la nada.

Espero alrededor de un minuto mientras miraba hacia atrás de su camino y decidió seguir adelante rogando por que solo haya sido su imaginación.

Pero en el momento en que comenzó a caminar nuevamente se detuvo de un sobre salto al ver que Jeiz estaba apoyada del farol con los brazos cruzados, llevaba puesta un ajustado corcel blanco dejando desnudos sus brazos vendados con cintas azules y pantalones de cuero negro.

-Mierda- exclamo con espanto.

-hey, tan horrible no soy- dijo ella.

Demian dio un paso atrás.

-¿Qué quieres?-

Ella dejo de apoyarse del farol y llevo sus manos a jugar con su cabello nerviosamente.

Se mantuvo de esa forma un largo rato, mientras miraba el suelo y de alguna forma desviaba su atenta vista a Demian.

Pero pronto cambio su mirada confusa y se trasformo en algo serio.

-Soy tu maestra en tu nueva vida, que de echo sin mi estarías muerto- Dijo colocándose las manos en su cintura en una posición guerrera.

-¿a, si?- Las notas en la voz de Demian vibraron- Jamás pedí ayuda-

-Estabas sangrando en el piso-

-no lo hubiera estado si no me hubieras apuñalado el corazón-

-si no te hubiera apuñalado los demonios vendrían por ti, te comerían los sesos y usarían tu cabeza para jugar futbol-

-¿los demonios juegan futbol?- pregunto con inocencia.

Jeiz solo lo miro y obviamente no hizo falta que diera la respuesta a una pregunta tan entupida.

- OK mira, no partimos nada bien- dijo ella liberando sus brazos de su cintura.

-estoy de acuerdo-

Ella se acerco lentamente como si fuera un inofensivo animal que buscaba cariño.

-¿Te has puesto el anillo?-

Demian miro su mano vacía

-De nada sirve, no tengo simensis-

Ella puso sus ojos en blanco.

-dame tu mano-

El dudo y ella sin aviso tomo su antebrazo y miro su mano con atención.

-¿Qué haces?-pregunto Demian y en ese momento Jeiz saca de su bolsillo el anillo.

-Lo olvidaste en casa-

Esa frase sonó extrañamente acogedora.

-¿Revisas mi casa?-

-Mira, se que suena raro- dijo colocándole el anillo en el dedo medio – Tu simensis trato de ubicarte, vendrá hoy después de tus clases y nos iremos a Amarie-

-¿Amarie?-

Ella sonrío soltándole la mano.

-Si, tu nuevo hogar-

Al sentir que ella alejaba su mano no puedo divisar el momento en que le había soltado, su piel era muy fría, tan fría como había amanecido ese día.

-Llegaras tarde- dijo ella ahora volviendo al papel de “amargada”-Deja de perderte en esa cabeza, hoy será un día largo-

Y así fue, luego de que Jeiz se desapareciera como había llegado “de la nada” corrió hacia la escuela para poder guarecerse de la lluvia que comenzó a caer.

Si Jeiz tenía la razón, hoy volverá a ver a Arturo y cuan alegre comenzó a sentirse respecto a eso pero con el temor de comenzar una nueva vida a la que apenas sabía algo.

-Buenos Días Clase B- Dijo Demian entrando a la sala de clases ya atrasado, su cabello estaba totalmente mojado y entre pasos se quitaba a tientas su abrigo negro, su mano derecha con su fiel capuchino y la izquierda lleno de papeles y carpetas.

-Tomen asiento- Ordeno, colocando las hojas y carpetas sobre su escritorio y comenzó a beber de su café.

Al ver a todos sentarse pudo ver a las tres chicas, Falie y Nea juntas en el penúltimo asiento y Jeiz completamente sola en el último, mirando fijamente la ventana con un aire de “reflexión”. Pensó que con lo cómoda que estaba apoyada al respaldo de la silla no se había levantado a saludarle al entrar.

-Falie- Llamo Demian y esta se levanto sorprendida.

-¿Si profesor?-

-¿Puedes entregar los exámenes revisados?- dijo golpeando las hojas que había dejado sobre la mesa.

Falie obedeció enseguida y en silencio.

Dirigió nuevamente su mirada a Jeiz, quien lo miraba con rencor, ¿acaso era por que le había ordenado a Falie que le hiciera el favor? Su mirada interpretada era “mi propiedad” y Demian dudo por algunos segundos seguir con el juego del “yo mando”.

Jeiz, era extraña, daba miedo, pero algo en Demian le hacia aumentar su curiosidad acerca de ella, si ella iba ha ser su maestra en quien sabe que tipo de vida tendría que confiar 100% en una extraña.

De todas formas puede que no sea tan delicada como Falie o taaan cariñosa como Nea, pero ella le había salvado la vida de una u otra forma.

“si es que ella no le hubiera apuñalado antes” se dijo para si mismo.

Entre suspiros y maldiciones por su mala posición de pensador comenzó a escribir ejercicios en la pizarra para que los alumnos desarrollaran.

Lo único que tubo que hacer fue dar las indicaciones de la página del libro y algunas preguntas respecto a una poesía que allí se repartía.

Se sentó en su cómoda silla y reviso su celular.

“1 mensaje”

Seguramente alguna tonta cadena sobre mala suerte. Se dijo a si mismo, pero antes de borrarlo sintió la necesidad de leerlo.

Era lo que jamás pensó, el correo de Arturo. Entre la mirada del celular enfoco la mirada a la distancia en que se encontraba Jeiz, quien parecía escribir en su cuaderno los ejercicios de la pizarra.

Su mirada iba a ella y luego se detenía por un largo momento en su cuaderno y así la observo como un tonto hasta que ella pareció haber terminado.

“es Diestra” se dijo Demian y como si eso fuera el Triunfo en conocer a las personas lo nombro más de tres veces en su mente.

Sacando su libro ella deslizo suavemente su cabello hacia atrás concentrándolo todo en el hombro izquierdo, dejando su cuello al descubierto por el lado contrario. Se diviso una cicatriz del color rosa pálido que paresia comenzar desde atrás de su oreja y perderse en su espalda. Se comenzó a preguntar como pudo hacerse algo como eso.

Era extraño verla a la distancia, parecía una chica totalmente normal y tranquila, de pocos amigos. ¿Cómo una chica así podría darle tantos problemas?, gracias a ella debía dejar la vida que jamás amo por algo que no sabia como seria. Por alguna razón se pregunto en que momento la había odiado y se percato de que eso jamás paso.

Jeiz pareció sentirse observada y entre buscar quien le miraba llego a encontrar los ojos de Demian

Desvío la mirada de inmediato y Abrió el mensaje.

“esto abajo mi simensis, nos vemos apenas toquen la campana.”

El mensaje le saco una sonrisa, sintiéndose como un adolescente que le dejan viajar solo a la playa con su mejor amigo, donde los planes solo resultaron al final y de la forma menos esperada.

Con ya una sonrisa en sus labios volvió mirar inconscientemente a Jeiz y esta seguía mirándole, sus cejas estaban fruncidas y sus ojos parecían un mar de odio.

Lo que le hizo recordar lo cruel que fue en el momento en que le apuñalo. La miro imitando su mirada y se levanto para ver que los alumnos cumplieran sus deberes.

Comenzó a atender las dudas de algunos alumnos, se inclino junto a una chica que pedía su ayuda y esta se puso totalmente nerviosa al hablar, lo que sin gracia Demian no le apuro en que dejara de tartamudear.

Fijo su mirada en Jeiz, quien devolvió la mirada hacia la ventana. Noto que sus labios eran increíblemente rojos y estos se movían susurrando. “escucha música” se dijo de inmediato al notar que ella no dejaba de entonar las notas en silencio, su cabello era contundente y este le permitía ocultar los audífonos.

Por fin la Campana había sonado

Les dio la salida a los alumnos, estaba nervioso y a pesar del frío comenzó a sudar.

Acompaño hasta el último alumno fuera de la sala y miro hacia abajo por la baranda.

Exactamente, Arturo estaba abajo, como acostumbraba, desabrigadamente irresponsable, jugando con charcos de agua como si fuera un niño, acompañado de pequeños que simpatizo.

A Arturo siempre les gusto los niños, por algo estudio parvulario y a diferencia de Demian se había titulado.

Juntando sus labios emitió un silbido para captar la atención de Arturo.

Este le miro hacia arriba y se despidió de sus pequeños amigos, corrió escaleras arriba mientras los niños demandaban que no se fuera.

Arturo corrió hacia Demian y este esperaba que le diera el abrazo que se merecía la reconciliación. En cambio Arturo corrió para empujarlo y azotarlo contra el piso.

-¡Hijo de puta!- exclamo Arturo mientras le pegaba el primer puñetazo a Demian en la cara.

-¿Estas demente?- Grito Demian intentando detener los siguientes puños de Arturo.

-Te fui a buscar y no estabas- Gruño mientras Demian ejercía fuerza comenzando a rodar por el piso.

-¿Cómo quieres que no este? ¡Te fuiste huyendo!- Ahora Demian estaba enzima de Arturo y le pego un codazo en la cara.

La discusión con palabras había cesado, porque comenzaron ha ser mas razonables los golpes.

Demian fue empujado nuevamente al piso al Arturo golpearle el estomago con su rodilla.

-¡¿Qué están haciendo?!- grito la exagerada Nea.- Falie, Jeiz ayúdenme-

Se sintieron los pesados bototos correr y pronto las tres observaban como los combos y patadas iban y venían.

-Detenlos, Jeiz- ordeno Falie

-¿Estas loca? Esta entretenido- Respondió sonriendo.

Las tres exclamaron un “uuh” como si sintieran el dolor que sintió Arturo al recibir una patada en la mandíbula.

-Nea, has algo- Falie parecía suplicar.

-No puedo, son de Jeiz, ya sabes los toco muero-

-¿La amenazaste?- Pregunto Falie a Jeiz y esta solo sonrío.

-ya basta, entupidos- Dijo Jeiz parándose al separarlos a ambos. -Nos vamos a Amarie-

Demian y Arturo se miraron preguntándose por que estaban tan apaleados, como si no recordaran que acababan de tener un revoltijo de perros en el suelo.

-Espera blanca sexy. ¿Como se supone que iremos ahí?- pregunto Arturo refiriéndose a Jeiz.

-Será fácil y sin dolor- Dijo ella ayudando a ambos a levantarse del suelo tendiéndoles la mano.

Demian y Arturo se miraron al ver que Nea intento ocultar una risa y Falie le golpeaba el brazo con el codo.

-OK Cuenten hasta cinco- Dijo Jeiz

Arturo miro a Demian como si esperara que el comenzara la cuenta en cambio el sonrío.

-Demian, ¿Nueva oportunidad?- Pregunto Arturo

-Claro- Respondió chocando los puños.

-Hombres, ¿quien los entiende?- pregunto nea a la nada.

Respiraron profundamente y luego Arturo comenzó.

-1…-

-2…-

Jeiz tomo la cabeza de ambos y puso un extraño rostro de meditación.

Demian sintió que pronto todo cambiaria y vería el cambio en sus ojos, ¿Cómo será la experiencia?

-3…-

Todo estaba calmado.

-4…-

Jeiz abrió los ojos de golpe y ambos dieron un sobre salto.

Antes de poder decir “cinco” sintieron como sus cabezas eran fuertemente azotadas la una con la otra y la visión se les nublaba por completo.

“no hay dolor, pero cuando despierten lo abra” se escucho a nea reír.

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